La clave está en la simplicidad neuronal


Hay cosas que, te guste o no, están dominadas por los hombres. Una de ellas es el jazz. Los instrumentistas son mayoritariamente hombres. Pueden ser blancos o negros, americanos o noruegos, pero son casi siempre hombres. El único coto abierto a las mujeres es la parte vocal. Ahí, las mujeres dominan.

En un principio pensé que esta separación tan clara de roles, en el que los hombres tocan y las mujeres cantan, podía deberse a cuestiones sociales o culturales. Por ejemplo, porque no hubiera estado bien visto que una mujer invirtiera su tiempo (de haberlo tenido) en tocar el saxofón o la trompeta. En cambio, se puede cantar y planchar a la vez. Se puede cantar en la iglesia. Se puede cantar a los niños. Pero no puedes dormir a un niño con un solo de percusión.

Creo que algo de esto hay, porque si observas el panorama jazzístico internacional las pocas mujeres instrumentistas lo son de piano, que es el único instrumento tolerado a las mujeres. Hasta no hace tantos años, una mujer soplando un saxofón o una trompeta se hubiera considerado extremadamente obsceno.

Pero hoy en día me parece que no podemos recurrir sólo a esta explicación. Las mujeres jóvenes de hoy, al menos en los países llamados desarrollados, se han liberado en gran medida de esas cargas. Así que, si no es por eso (solamente), ¿por qué las mujeres no son trompetistas?

Esta mañana, viendo a mi hijo pequeño jugando a Supermario, se me ha ocurrido una razón. El virtuosismo en cualquier instrumento requiere no sólo facultades artísticas y creativas sino también constancia gimnástica. Para tocar el saxofón como Coltrane hay que pasar muchas, muchas horas practicando. De la misma forma que para pasarte las pantallas de Supermario hay que invertir muchas horas repitiendo una y otra vez los recorridos hasta adquirir la habilidad imprescindible. A mí esa actividad tan repetitiva me vuelve loca, me da sueño, me resulta insoportablemente tediosa. Pero Pablico me explicaba que a él no le importa repetirlo una y otra vez «porque de eso se trata, es un juego».

Quizá sea una generalización sin fundamento, pero según mi experiencia los videojuegos son cosa de hombres. Los instrumentos, también. Cuando las mujeres queremos expresarnos musicalmente recurrirmos a la voz, único instrumento que no requiere de habilidad manual ni de repeticiones mecánicas ni de gimnasia de dedos.

Ahora pensad, queridas inexistentes lectoras: ¿quién de vosotras pasaría todo su tiempo libre tocando la guitarra o tocando el piano o tocando el saxofón -o jugando a la Play-? ¿quién de vosotras soportaría repetir una y otra vez el mismo fragmento? ¿alguna de vosotras podría ser tan «monotemática» en su vida?

Aún van a tener razón los que dicen que los hombres son muy simples…

Pero como para todo hay excepciones, os dejo con una virtuosa artista del piano: Hiromi Uehara. Menuda tiparraca, cómo toca.

Un comentario sobre “La clave está en la simplicidad neuronal

  1. La de horas de su tiempo libre y no libre que habrá pasado delante del piano tocando y repitiendo una y otra vez para conseguir tocar de esta forma tan virtuosa. Yo envidio a est@s artistas, sobretodo por su tesón y paciencia. ¡Con la de años que me costó aprender a tocar la guitarra y que sonara bien!. Besos.

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